Cada segundo, la humanidad crea nuevos elementos y tecnologías. Incluso en todos esos números, sólo algunos se elevan a la categoría de «icónicos». Una de esas piezas seleccionadas de la tecnología es la Estación Espacial Internacional, que gira alrededor del planeta a una altura de 300 km a 17.500 km/h. Pero en esta persecución a alta velocidad, hay una horda de trozos de metal, satélites artificiales, cohetes y fragmentos de muchas otras cosas, denominados chatarra espacial.
En agosto de 2017, un astronauta de la ISS afirmó que la basura espacial en órbita está amenazando con superar el número de estrellas en el cielo. A medida que aumenta el número de satélites en órbita y los restos espaciales, también lo hace la amenaza que plantean a la exploración espacial y a las infraestructuras vitales.
¿Qué es la basura espacial?
La basura espacial es un término no formal que se utiliza para referirse a los restos fabricados por el hombre que flotan en el espacio. Aunque algunos de estos desechos espaciales son intencionados (satélites, propulsores, etapas de cohetes), la mayoría son accidentales, procedentes de satélites antiguos y desgastados y de restos de cohetes y naves espaciales, o de fragmentos procedentes de colisiones espaciales.
La mayoría de los desechos espaciales se encuentran en órbitas terrestres bajas y medias, donde residen los satélites y otras naves espaciales, y estos pueden provocar que los desechos espaciales se acumulen a un ritmo alarmante. La Red de Vigilancia Espacial (SSN) del Departamento de Defensa de EE.UU. o SNN estima que orbitan alrededor de la Tierra casi 29.000 piezas de desechos de más de 10 centímetros, 750.000 de más de 1 centímetro y más de 128 millones de piezas de más de 1 milímetro.
Las consecuencias de una órbita superpoblada
La basura espacial presenta peligros para las naves espaciales y los satélites que orbitan alrededor de la Tierra. Los desechos espaciales no sólo pueden obstruir y dañar las naves espaciales, sino que también pueden crear un efecto airburst debido a las colisiones evasivas e incluso un efecto cascada peligroso. Por ejemplo, los operadores de satélite siguen las órbitas de sus naves para evitar los desechos, pero un nuevo satélite o nave espacial podría añadirse a ellas ampliando las posibilidades de colisión.
Al mismo tiempo, se hace cada vez más inminente la creación de una cascada peligrosa, conocida como «síndrome de Kessler».
El síndrome de Kessler se refiere a la posibilidad de que un cuerpo extraño colisione con otro y produzca más pedazos de basura, provocando una reacción en cadena de colisiones entre los desechos espaciales. Esto haría que los residuos provocaran más colisiones y que los escombros en el espacio despejaran el peligro en todos los entornos de operación espacial.
Como sigue creciendo la actividad humana en el espacio, la tasa de decaimiento orbital debido a la fricción con la atmósfera exterior no compensará la creación de nueva basura espacial. Si se produjera este escenario, los viajes espaciales y el uso de sistemas de telecomunicaciones serían cada vez más peligrosos.
Solución al problema de la basura espacial
El desarrollo de una respuesta al creciente problema de la basura espacial debe abordarse cuidadosamente. Se están desarrollando muchos sistemas y técnicas únicos que pueden ayudar a limpiar los desechos espaciales. Una de estas técnicas consiste en utilizar láseres en órbita para quemar pequeños trozos de residuos situados en la órbita terrestre baja.
Algunos desarrolladores trabajan en diferentes formas de seguir la basura espacial, como el uso de cámaras, sensores y radar para observar la basura en órbitas cercanas a la Tierra y alertar a los operadores de posibles colisiones.
Para la próxima etapa de las misiones espaciales, los operadores deberían adoptar medidas para retirar las naves espaciales y los satélites antes de que alcancen el final de su vida útil. Esto podría implicar maniobras de desorbitación controlada o de mantenimiento orbital para asegurar que los desechos no se acumulen en un solo lugar.
A más largo plazo, los operadores deberían explotar los materiales biodegradables siempre que sea posible, de modo que una vez agotada su vida útil, se corrompan en el entorno del espacio exterior. Además, los países deben colaborar para armonizar las normas y directrices para el manejo de naves espaciales y satélites al final de sus ciclos de vida.
Por último, los operadores podrían estudiar la posibilidad de utilizar las naves espaciales y los satélites en órbita, como en la granja a la mesa, tratándolos como recursos valiosos que no se arrojan a la basura una vez que han llegado al final de su vida útil. Este concepto implicaría el uso de naves espaciales robóticas para capturar satélites retirados y devolverlos a la Tierra o reutilizar los componentes de un satélite retirado para utilizarlos en nuevos sistemas satelitales.
El futuro de la basura espacial
Teniendo en cuenta los peligros reales de los desechos espaciales para las naves espaciales, los satélites y los sistemas valiosos, el desarrollo de técnicas y sistemas para limpiar y volver a utilizar los desechos espaciales es una preocupación tanto de las empresas como de los gobiernos. Los beneficios potenciales de limpiar los desechos espaciales son difíciles de pasar por alto.
Dar los primeros pasos hacia el desarrollo y la puesta en práctica de sistemas, técnicas y procesos para limpiar y reciclar los desechos espaciales garantizará que la órbita alrededor de la Tierra sea un entorno seguro para las misiones espaciales del futuro. Además, reducirá el impacto medioambiental de los nuevos satélites y naves espaciales y disminuirá los costes asociados al lanzamiento al espacio.